Desde temprano, la gente acudió al predio, el mismo del año pasado, y cerca de las 17 eran más de 50.000 las personas que daban vueltas por los cinco escenarios del lugar: los dos principales; el alternativo; el electrónico, denominado Perry's Stage, en honor al creador del festival, Perry Farrell, y el consagrado a los chicos: Kidzapalooza.
En el escenario alternativo se destacó el trío neoyorquino The Last Internationale; en el segundo escenario principal, Bastille sacaba a relucir su pop brillante y actual.
La jornada se completó con propuestas para todos los gustos. Los años 90 más oscuros, de la mano de Billy Corgan y su banda, The Smashing Pumpkins; el reggae clásico que profesa Damian "Jr. Gong" Marley (sí, un hijo de Bob); el brit-rock poderoso de Kasabian; uno de los DJ más solicitados en todos los festivales internacionales, Skrillex, y los hits bailables de Pharrell Williams, con "Happy" incluido. Para entonces, unas 70.000 personas llenaban el Hipódromo
Lollapalooza fue ideado en los años 90 por Farrell para despedir a su banda Jane's Addiction, y en este nuevo milenio mutó en un festival con base en Chicago, Estados Unidos, y sucursales en América latina.
Este año desembarcará en Europa, ya que en septiembre se realizará en Berlín. La Argentina se sumó al mapa el año pasado con Lorde, Soundgarden, Arcade Fire y Red Hot Chili Peppers, entre otros. Ya tiene garantizada su tercera edición y, en virtud del crecimiento en convocatoria y en oferta musical, va en camino a convertirse en un clásico de la escena local.
Además de música, en este festival se llevaron adelante otras iniciativas, como Rock&Recycle, un programa que prevé reducir la huella ambiental que produce la realización del show y, al mismo tiempo, generar conciencia sobre la importancia de separar y reciclar los residuos.
Gentileza: La Nación
Foto: María Jose Freire - Revista La Rocka